Érase una Vez…

"...La rosa que ella le ofreció era una rosa encantada
que florecería hasta sus 21 años. Si él aprendía a amar a otro
y recibía su amor a cambio antes de caer el último pétalo
entonces el hechizo se rompería. Si no, quedaría maldito y sería una bestia para siempre..."

En 2017 Disney recuperó uno de sus clásicos más aclamados, La Bella y la Bestia, en un live-action protagonizado por Emma Watson, Dan Stevens y Luke Evans (Entre otros).

La diseñadora de vestuario Jacqueline Durran (ganadora del Oscar por Anna Karenina) fue la encargada de transportar a la realidad toda la magia del vestuario animado.

«Esos trajes existen en la imaginación de las personas y todo lo que quería hacer era honrar a aquellos que esperaban ver esos trajes en la película de acción real» decía Durran.

Desde el principio Durran tenía claro que su intención no era reinventar e innovar el vestuario, sino inspirarse en el de la película de animación para intentar mejorarlo.

En esta versión encontramos a una Bella mucho más fuerte e independiente y es por eso que la diseñadora trabajó mano a mano con la actriz Emma Watson para encontrar un nuevo enfoque en su vestuario.

En la película Bella es inventora. Se muestra a una mujer activa, siempre en movimiento y dispuesta a trabajar. Es por eso que a la diseñadora no le parecía apropiado que fuera en bailarinas por el pueblo. Decidieron sustituir estas por unas botas de campesino perfectas para el trabajo de campo.

Como el vestido era un elemento que no podían suprimir, decidieron confeccionarlo con telas gruesas y robustas y le remangaron la falda hasta la cintura, dejando entrever sus pololos. Era una buena manera de hacerla llevar pantalones sin renunciar a su clásico vestido azul.

Para el vestido amarillo de Bella, Durran escuchó atentamente las ideas de Emma Watson. Ella creía que de nada servía crear un personaje tan fuerte e independiente si luego se le encorsetaba en el típico vestido de princesa.

La actriz no solo tenía que bailar con el puesto, sino que también debía poder montar a caballo con total soltura. Para ello decidieron inspirarse en el vestido clásico para crear algo más moderno, simple, ligero y poco pesado. Para ello utilizaron tul, organza satinada y tafetán.

Encontrar el tono perfecto de amarillo no fue nada fácil ya que no solo tenía que combinar con el tono de piel de Emma Watson, sino que también tenía que verse favorecido en pantalla. Para ello tuvieron que hacer varias pruebas de cámara con diferentes tonos de amarillo.

Pero el verdadero reto para Durran y su equipo fue diseñar y confeccionar los trajes de la Bestia, un personaje hecho de CGI (a ordenador).

Dan Stevens grababa las escenas de la Bestia pero después, en post-producción era sustituido por un monstruo de dos metros de alto enteramente hecho a ordenador. Aún así, a Durran le encargaron confeccionar los trajes para que los encargados de los efectos visuales supieran exactamente como funcionaba su vestuario.

Aunque el verdadero reto consistía en adaptar estos trajes a la forma de la bestia, puesto que a medida que avanza la película la postura del personaje iba irguiéndose poco a poco para reflejar su lenta transformación de bestia a humano.

El vestido rojo que luce Bella en invierno en su batalla de bolas de nieve con la Bestia también fue un desafío para Durran y su equipo.

La diseñadora estaba enterada del interés de la actriz Emma Watson por la sostenibilidad y el comercio justo así que intentaron que el vestido fuera totalmente ecológico. Utilizaron telas sostenibles, tintes vegetales y cuero ecológico.

Durran recuerda esta experiencia como una curva de constante aprendizaje.

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